HOY.ES
LA GUERRA DE LAS SANDIAS ESTALLA ENTRE LOS FRUTEROS
Auxiliadora han abierto nueve fruterías en poco más de cincuenta metros, pero dos ya han cerrado
En cualquier supermercado de la ciudad la sandía se vendía el pasado jueves a entre 0,50 y 0,40 el kilo y los tomates se podían encontrar a casi dos euros en mallas de dos kilos. En la calle Vicente Delgado Algaba, una de las vías que conectan María Auxiliadora con la estación de autobuses, tanto la sandía como el tomate se pagaban cuatro veces más baratos en una de sus fruterías.
La compra que en cualquier supermercado te sale por dos euros no pasa de los 30 céntimos, o incluso menos porque la sandía salía por cinco céntimos el kilo hace pocos días.
Con estas referencias, no extraña que la frutería en cuestión, que hace esquina con la calle Jesús Rincón Jiménez, tenga cada mañana una actividad frenética. En el interior, dos dependientas sin respiro atienden al público mientras fuera crece el montón de cajas vacías del género vendido. Tiene tanto éxito la sandía barata que se vende directamente en una furgoneta blanca aparcada en la puerta. Los clientes la cogen del furgón y dentro se pesa y la pagan.
Los responsables del establecimiento prefieren no dar explicaciones. No cuentan la razón que les ha llevado a vender su mercancía a un precio incluso por debajo de lo que se paga en el campo a los agricultores.
La estrategia ya les ha hecho famosos en la ciudad. Hasta esta esquina de María Auxiliadora vienen familias de otros barrios y hacen acopio. En la calle ya no extraña ver a gente de San Fernando o Valdepasillas cargando con bolsas.
En la esquina de enfrente, a apenas veinte metros, otra frutería que abrió hace pocos meses compite con la misma estrategia. Se anuncia como 'frutería anticrisis' y cada día pone los precios más atractivos en la puerta.
El jueves destacó su oferta de tres melones a un euro, la sandía a 29 céntimos y los tres kilos de «tomates gordos» a un euro. Igualmente, muy por debajo del precio medio en otros sitios.
María Auxiliadora ha acogido en los últimos años a fruteros reconvertido por la crisis. Muy similar a lo que se ha visto en Ricardo Carapeto, la principal avenida de San Roque, y Carolina Coronado en San Fernando.La particular guerra de precios se da en una calle ya de por si saturada de fruta. En apenas cincuenta metros compiten siete tiendas de este tipo, a lo que hay que sumar un Spar y otras dos que ya cerraron.
La frutería ha ejercido en este tiempo de negocio refugio para desempleados. No requiere mucha inversión ni locales de rentas altas para establecerse y en algunos barrios prefieren el género de las fruterías pequeñas al de las grandes superficies comerciales.
El problema viene cuando ese exceso de competencia y precios baratos fulmina los márgenes de los tenderos. En el resto de negocios de María Auxiliadora miran con desconfianza el pique de las dos esquinas y se preguntan si el fenómeno se prolongará mucho tiempo.
Del aumento de competencia sabe mucho Juan Cansado. Regenta un pequeño supermercado desde hace más de dos décadas especializado en fruta y embutidos en la confluencia de María Auxiliadora con Vicente Delgado Algaba . Fue el primero y en los últimos años ha visto como han ido abriendo locales similares al suyo. Su estrategia dista mucho de las de sus vecinos. «Si vendes barato, no puedes dar calidad». Insiste en que algunos precios del entorno no se encuentran ni en Mercabadajoz. «Si la sandía más barata hoy te la da un proveedor a veinte céntimos, tú no la puedes poner a cinco. Eso es perder dinero».
El mismo comentario hace Pedro B., prefiere no dar su nombre completo porque el mercado mayorista de fruta y verdura no es muy amplio. Es uno de los proveedores que cada día vende partidas de las centrales entre los minoristas. Cuenta que la guerra de María Auxiliadora es un comentario común entre los que trabajan en el sector y tampoco le encuentra explicación. «No tiene sentido tener un negocio para no ganar dinero».
A corto plazo le benefició el aumento de pequeños fruteros que intentaron hacerse un hueco, pero a largo plazo -aclara- lo termina pagando. «Muchos han cerrado porque con tanta competencia sacrifican los márgenes hasta poner en riesgo la rentabilidad». Para este transportista, lo de María Auxiliadora no es nuevo. En los últimos meses ha conocido casos similares. «Cuando en una calle coinciden dos o tres siempre alguno opta por tirar los precios para quitarle venta a los demás, pero nunca sale bien».
Algo similar vivió Andrea Casas. Abrió en 2012 con su novio una frutería en Valdepasillas que no duró ni un año. A los pocos meses tenía tres negocios como el suyo en la misma acera y para competir con ellos debía vender más barato y más cantidad. «Las cuentas salían al principio, pero luego la clientela se dispersó y no llegábamos a cubrir costes. Estas guerras no vienen bien a nadie». Lo dice por experiencia.
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